Sobre mí
Soy psicólogo psicoanalista de profesión. Me dedico a este solitario arte de escuchar a las palabras a espaldas de ellas mismas, de desnudarlas y confrontarlas, de destapar los afectos negados y encararnos con la propia verdad, que a veces se hace esquiva. Paso mucho tiempo escuchando las historias de otros, a veces hablando, asistiendo a ese maravilloso hecho que es como las palabras tienen el poder de sanar. Pero esta intensa actividad requiere momentos de intervalo y eso es lo que encuentro en la acuarela: el tiempo suspendido.
Me gustaría decir que pinto desde que tengo uso de razón, pero la realidad es que empecé a pintar en el 2012, justo cuando mi hijo Diego vino al mundo. Así que recibí dos regalos a un tiempo.
Resuenan unas palabras en mi recuerdo sin saber de quien ni cuando: “es que a tí no se te da bien pintar”. Pero, ¡cómo son las cosas de la vida!, que cierran caminos para abrirlos más tarde, descubriendo esos territorios inexplorados que solo florecen en ciertas condiciones.
Desde entonces, empecé a pintar, y no puedo parar de hacerlo, porque ahora ya sé que todo en mí apunta en esa dirección.
Pienso mucho tiempo en pintar, observo constantemente el comportamiento de la luz sobre las cosas, su contorno; me deleito en la observación de las escenas, de la historia que cuentan las cosas; a menudo sueño en pinceladas y siempre espero ansioso el momento de encontrarme de nuevo en ese instante en que el tiempo y el ruido se suspenden para dar paso al acto creativo.
Para mí, pintar es en su esencia la sublimación de una pulsión que nos lleva a intentar capturar la mirada del otro tratándola de suspender en ese momento sublime que es la contemplación. Para ello, el artista se presenta ante el otro, arriesga su intimidad diciendo “éste soy yo”.
Mis acuarelas son el fruto de un trabajo honesto, constante y comprometido, de una curiosidad insaciable que me lleva a explorar y probar constantemente nuevas formas de reflejar o ”decir” lo que mis ojos ven.
No tengo formación artística. Lo que he aprendido, lo aprendí mirando, atreviéndome, equivocándome una y otra vez, repitiendo y entendiendo en cada vuelta algo nuevo. Devoro todo lo que a acuarela se refiere, pongo la mirada allí donde hay alguien pintando porque siempre descubro un recurso, una nueva manera. Paso horas mirando imágenes y preguntándome “¿cómo lo haría?”. Observo las obras de otros que ya lo hicieron para descubrir cuales fueron sus pasos, sus recursos, sus formas de entender y transformar la realidad en una obra.
Aunque no les conozco personalmente, Joseph Zvubvik, Álvaro Castagnet, Sherry Smith, William Turner, Herman Pekel y Marcos Becari, entre otros, han sido para mí y son, influencias importantes, y aunque mi mujer aún no lo sabe, a menudo duermen conmigo en mis sueños y en mis despertares. Con todos mis respetos, he copiado algunas de sus obras, escudriñando cada rincón y cada recurso.
Aunque la mayoría del tiempo investigo de forma autodidacta, en los últimos tiempos, el encuentro con mis límites y el deseo de ir más allá me han brindado la oportunidad de encontrarme con maestros que han tenido la generosidad de revelar algo de su forma de entender la pintura. Acuarelistas como Manolo Jimenez, Alejandro Casanova, Eduardo Berenguer, Cesc Farré, y Francisco Castro, me han acompañado en algunos intervalos, contribuyendo a mantener viva esta pasión mía y revelando algunos de sus secretos. Les agradezco más de lo que les he podido decir.
No me olvido ni me canso de agradecer a mi buen amigo, Rafa Serrano, quien me invitó a ir un día a su modesto taller para ver si pintaba un cuadro en un año. Y aquí estoy, 9 años después… habiendo descubierto todo un universo apasionante y habiendo pintado cientos de ellos. También agradezco siempre sus matizaciones y críticas que siempre me sirven para seguir creciendo.
Y por supuesto, en primer lugar, quiero agradecer a mi mujer y mis hijos, que tienen la paciencia y la comprensión necesarias para acompañarme y apoyarme en este proyecto mío, aunque eso a veces sea a costa de robarles una parte del tiempo que ellos también requieren. Estaré eternamente agradecido.
Me siento aún en una adolescencia artística y creo que tengo por delante saltos importantes, horizontes estimulantes donde de alguna manera “lo mejor de mí está por venir”. Sigo buscándome constantemente y a la vuelta de cada esquina, ya no estoy, pero he dejado alguna pista. Creo que la vida es un continuo buscarse y muy pocas veces encontrarse, para luego volverse a perder. No sé quien seré mañana, pero por ahora puedo decir: “este es quien fuí y esta es mi obra”. Mientras tanto, sigo buscando. Sigo pintando.
